Dos fragmentos del preliminar de este libro bien podrían anunciar los caminos por los que va a transitar su discurso:
Apoyémonos en la poética
Para mejor explicarnos el
Mundo.
No temamos atravesar,
Limpiamente,
Lo que subyace
Tras la matematización
Para así poder llegar
Al pálpito profundo
De la resonancia universal.
ESA RAPSODIA INFINITA
Si contemplamos el átomo con detenimiento sensitivo (aunque no exento de responsabilidad epistémica), podremos hallar en él los signos inequívocos de ese Pensamiento Cósmico General: Concretamente a partir, tanto de las fuerzas que imperan en su interior, como la capacidad asociativa que despliegan sus partículas. Esas interacciones de los quarks con un campo de gluones, ese vacío cuántico poblado de energía, con su específica labor de arbitraje, esa disposición al enlazamiento, presto a la acción para hallar el abrigo molecular, no pueden ser sino pensamiento.
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La substancia, la materia, el YO Imperativo, el espacio, el tiempo, la reminiscencia, el intelecto y, por descontado, la unidad indisoluble entre la extensión y el pensamiento irán siendo diseccionados y entrelazados hasta dar con las adecuadas respuestas a los inevitables interrogantes.
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